Ya sean para grandes empresas, industrias completas o países, la descarbonización es un objetivo global que se busca alcanzar lo más pronto posible. 

Es que según estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) se espera un aumento en la demanda energética global de entre un 25% y un 30% durante los próximos 20 años, lo que, de seguir con el modelo actual, implicaría una importante alza de emisiones de CO2, y con ello una mayor aceleración del cambio climático.

Para ello el hidrógeno verde se alza como una de las grandes alternativas ¿Pero qué y cómo se diferencia del “tradicional”?

El hidrógeno es el elemento químico más abundante de la naturaleza, y también es un combustible que, al ser utilizado, solo genera como residuo algunas gotas de agua, por lo que además de considerarse muy limpio, también es universal, ligero y reactivo.

Para generar hidrógeno se debe realizar un proceso químico llamado electrólisis, que se hace a través de electricidad. Con esta reacción se separan el hidrógeno y el oxígeno del agua.

Si este proceso se hace utilizando electricidad generada de forma sostenible, proviniendo exclusivamente de fuentes renovables, ahí se considera que el hidrógeno es “verde”.

Así, el hidrógeno verde se puede considerar un combustible 100% limpio, pues además de no emitir gases contaminantes durante la combustión tampoco lo hace durante su producción.

Chile se encuentra avanzando a pasos agigantados en la producción de este combustible, con diversas iniciativas impulsadas por el Gobierno y por privados, todo pensando en el gran objetivo de la descarbonización global.

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